domingo, marzo 18, 2007

A mas de 5000msnm.
Illiniza Norte.
Hora de encuentro: 5 de la mañana, entonces debía salir de mi casa al menos media hora antes, en
el camino me voy repitiendo el sueño que tengo, pero no importa, el objetivo, pienso, merece el esfuerzo. En la ruta por donde vamos (panamericana Sur) se avizora un buen clima, sin embargo, constan en mi equipo: pasamontaña, guantes de nieve, gafas, chompa impermeable y otros por si los Illinizas se muestran inclementes, el respeto a la montaña es una lección aprendida por convicción.

En Aloag una llanta pinchada pone en apuros a nuestro conductor, pero nada que no se resuelva fácilmente. Ya se ve la luz del día al menos en parte del camino. Desviamos por Aloasi con rumbo al Chaupi, por donde los letreros son claros e indican que vamos correctamente a la Reserva Ecológica Illinizas. El camino empedrado no es obstáculo para nuestro transporte. Entonces en la entrada y junto a un gran cerro (Pilongo) se detiene, es tiempo de bajarnos. El Illiniza Sur luce imponente desde aquí. Preparamos nuestra modesta mochila y otro integrante del grupo de once armado con un reloj con altímetro que solo le ha costado 900 y pico de dólares, dice que estamos a 3000msnm. chuta, “nos faltan solo dos kilómetros para llegar a la cumbre” parecen decir algunos; ya son las 7:40 am. Entonces tomamos el camino por donde todavía pudo haber pasado el carro y pregunto ¿Por qué no subió mas la buseta?, “para no tener problemas con la altura”, escucho decir, me conformo con la respuesta y vuelvo a la fila india que avanza a paso seguro y de esto ¿Porque la fila india?; para que el que va al inicio vaya rompiendo el aire y lo haga más suave para los de atrás, “cierto como no se me ocurrió”.

En una hora estamos en el sector de la Virgen, claro que como hemos cortado camino no la vemos, este es, según dicen, el punto mas alto que puede llegar un carro, sin embargo un poco más arriba encontramos un Vitara estacionado que dice lo contrario, después de este, el camino para automotores se ha perdido; ahora estamos por senderos para caminantes desde donde ambos Illinizas se muestran mágicamente blancos en sus cumbres, debió estar muy baja la temperatura por allá para que estén así.

Continuamos subiendo y el camino se torna más y más empinado, a ratos pienso que esta va a ser la última vez, el esfuerzo es latente y me vuelvo generoso con la comida por tratar de bajar en algo el peso. “Detrás de ese cerro esta el refugio” nos dicen, a propósito que el refugio esta en la mitad de ambos Illinizas, pero de la subida por esta arista de casi 80 grados por este arenal nadie menciona nada. De cualquier forma y luchando contra mí, avanzo, una cuesta que a aquella subida del parqueadero al refugio del Cotopaxi no le hace ni cosquillas, aparece un sitio con una inclinación razonable donde un trecho marcado con las huellas de otros andantes me llevan al refugio, no se imaginan el placer que es llegar a este sitio para esperar que el resto del grupo arribe, miro la hora y son las 11:30am.

El refugio “Nuevos Horizontes” es pequeño en extensión, un conjunto de literas, una cocina, algo descuidado pero confortable. Comemos algo no mucho por supuesto porque aun estamos a mitad de camino, nuestro compañero del altímetro nos dice que estamos a 4600msnmn. solo faltan 500 metros. Nos volvemos a preparar, las gafas ahora son necesarias hay mucha nieve por doquier.

Ahora vemos la cumbre y se la ve tan pero tan lejana y agreste, el paso es suave y vamos serpenteando entre ambos Illinizas, siempre subiendo pero no con una inclinación prominente, alcanzamos a divisar una laguna de un color verde que lleva como nombre “amarilla”, muy pintoresca por su forma, pregunto la altura y me responden 4750 y ya hemos caminado un largo trecho, seguimos con cuidado pues los abismos aparecen en cada sector de la ruta, escalamos por las rocas no muy firmes, los pies se hunden en la nieve hasta las pantorrillas, el cuerpo se mantiene caliente con el esfuerzo y la altura se va sintiendo: ¿Que tan alto estamos? “A 4820”, “no puede ser si hemos subido bastante, esa máquina debe estar dañada”. Rodeamos un pico y una de las integrantes ya quiere abandonar el asunto, no se lo permitimos y le damos ánimos entre todos, el guía se detiene para ayudarla y me dice que avance, “Por donde” le digo, “solo sigue las huellas” responde, entonces tomo la punta y subo y trepo y escalo y continuo, puedo ver la punta, esta difícil llegar pero no importa me faltan pocos metros, el esfuerzo es increíble y llego a la cruz, al tope y grito “estoy en la cimaaaaa” a 5100msnm, son las 2:45pm y la alegría me hace olvidar la sacada de madre.

Poco tiempo tomamos en la cima, todos complacidos, un granizo endeble comienza a caer así que es mejor irnos, no volveremos al refugio así que tomamos un arenal, se le ve sencillo pero la nieve lo hace dificultoso, una maleta baja por sus propios medios agarrando mas y más velocidad, es que la dueña se canso de cargarla y la envió camino abajo, el descenso es acompañado del granizo que no calma y otra vez vuelvo a pensar en que esta es la ultima vez que vengo a estos menesteres, debe ser porque las piernas protestan por los continuos tropiezos y los guijarros que tengo incrustados en la planta de los pies, el frío se cuela por las partes que me ha mojado la nieve.

Al fin llego a una especie de planicie donde el granizo a menguado, limpio mis zapatos del material pedrusco mientras el agua y un poco de chocolate parecen reanimar las fuerzas del grupo. Desde aquí la ruta es sencilla siguiendo un riachuelo para terminar junto al “Pilongo” a eso de las 6:45pm. Intensos los sabores que han cruzado por mi mente, ya el regreso es cuestión de un par de horas en el bus que dormido ni se sienten, pero este es el cansancio preliminar de un profundo sueño de esos que tanta falta me hacen hoy por hoy, mientras tanto voy imaginando, con ilusión, a donde será la próxima . . .

miércoles, enero 03, 2007

Rafting en el Pastaza.
Desde Baños partimos temprano en la mañana, a eso de las ocho y media del amanecer. Para un trío de amigos, que disfrutó de la rumba hasta altas hora de la madrugada en esta sugestiva ciudad, estaba todavía oscuro; es que Baños, la puerta a la aventura junto a su Tungurahua flameante con lahares y todo, sus precios económicos su ambiente calmo y de bienvenida junto con su clima y geografía mas el jugo de caña e infinidad de posibilidades, son una invitación para los deportes extremos. La mejor idea es partir desde el sábado por la tarde desde la capital, hacer un alto en Latacunga y sus legendarias chugchucaras, que últimamente han subido mucho de precio: carísimas, llegar, pasar la noche y disfrutar del hospedaje de esta gente que hoy por hoy tiene en el turismo una gran entrada. Pero mejor sigamos con lo que comenzamos, el transporte te lleva una hora vía al oriente cruzando por el verde país, sus túneles sus cascadas, sus ríos, en fin toda esa singularidad que poseen las rutas ecuatorianas. Veinte minutos mas allá de Río Verde y te encuentras con el Pastaza, limite provincial para la mayoría, un río de la amazonía para otros pero pa’ nosotros la oportunidad, única en su especie, de aventurar ese espíritu citadino tan adormecido por la rutina. El grupo es variado, un español, un bus completo de alemanes, par de ecuatorianos y los infaltables guías que hacen sencillo al asunto. El equipo consta de un termosuit (pa mantener el cuerpo caliente), chaleco salvavidas que fácilmente sortea ríos categoría 5 (el Pastaza es “3+” en lenguaje de rafting algo como el nivel de dificultad, cabe destacar que solo hasta ríos 4 es posible practicar este deporte) un casco, un remo y un bote. Un guía comanda cada embarcación, las indicaciones son indispensables, te enseñan desde un juego de ordenes básicas de direccionamiento hasta que hacer y como subir nuevamente a la embarcación. El trabajo en equipo, la coordinación, la templanza, son parte fundamental, todos juegan el mismo partido, entonces arrancas. El río se ve desafiante, el guía conduce por recovecos, piedras, rápidos más rápidos y rapidísimos. Clavas tu remo en el agua aunque en ocasiones remas en el aire, pues, el bote se alza o se tambalea por lo que cuesta mantenernos sobre él, incluso giramos 360 grados en la corriente como toreándole al Pastaza, pero no todos tienen la misma suerte, algunos van al agua y son rescatados prontamente, otros viran el bote con todo y expertos. Igual es un todo de adrenalina que te hace gritar cuando superas un trecho complicado o imaginarte en un barco de esos vikingos con el tambor y a remo limpio coreando el: “remen, remen ...”, en ciertas partes es posible tirarse al agua y deslizarte con la corriente junto al bote. El traje que llevas te mantiene a buena temperatura y no importa que por instantes llueva copiosamente en el trayecto o que de plano los del bote contrario te empapen, esto solo hace más intrépido al asunto, los entornos naturales que cruzas son increíbles, alrededor peñas, vegetación, el río serpenteando que forma vados, pequeñas playas, islotes por doquier. Poco más de dos horas toma el viajecito, luego de lo cual el lunch ofrecido es bienvenido, a estas alturas y después del esfuerzo, todo sabe delicioso. En corto tiempo regresas a Baños de Agua Santa desde donde empiezas las 3 horas y un algo mas hasta Quito, claro haciendo escala en las chugchucaras latacungueñas y si es posible en los helados empastados de “La Avelina”. Pero aun me quedo con la duda de ¿Cómo se les dice a los habitantes de la ciudad de Baños?: quizá Banenses, como nos dijo alguien o era Baneños o Bañenos o Bañenses . . .?